Tras el cortocircuito provocado por Pedro Sánchez en el arranque de la campaña catalana, donde el president en el exilio, Carles Puigdemont, acapara gran parte del foco, Esquerra confía en el desempeño de Pere Aragonès durante su legislatura para movilizar a los indecisos. La portavoz Raquel Sans (Valls, 9-VI-1980), cabeza de lista por Tarragona, desbroza el camino hasta el 12-M poniendo en valor los frutos del trabajo de la formación republicana.

Superado el Rubicón de la reflexión de Sánchez, ¿cómo cree que puede afectar al desenlace electoral?

Nos encontramos con que los cinco primeros días de una campaña muy decisiva para Catalunya estuvieron marcados por el personalismo de un presidente que nos ha tenido con la incertidumbre de si se iba o no, haciendo política espectáculo. Un inicio que ha tratado de si uno se iba y el otro (por Carles Puigdemont) volvía. Nos hemos pasado demasiado tiempo hablando de personas y no de proyectos. Es un asunto que Sánchez hizo caer oportunamente.

Tal cómo acabó la decisión del líder del PSOE, ¿creen que obedeció más a una cuestión puramente política?

No dudamos de que haya una parte de afectación personal, pero suena ofensivo para aquellos que tenemos a 40 personas pendientes de juicio, que tenemos a nuestra Secretaria General (Marta Rovira) seis años en el exilio, que tenemos al compañero Rubén Wagensberg en Ginebra acusado de terrorismo, a compañeros suyos que se han pasado cuatro años en la cárcel, a un Tribunal de Cuentas que les sigue acosando económicamente a ellos y a sus familias... Puedo entender la parte personal pero del presidente del Estado se espera que plante cara al fascismo y no que genere esa incertidumbre innecesaria.

¿Le está costando a ERC hacerse un hueco en una campaña que se muestra tan polarizada entre Salvador Illa y Carles Puigdemont?

Hay muchos intereses para que esta campaña esté tan polarizada. Esquerra Republicana ha resultado incómodo a ciertos poderes durante estos tres años al frente del Govern. Por ejemplo, si decides limitar los precios del alquiler te estás enfrentado a ciertas élites que quieren que el alquiler sea un negocio y no un derecho para la ciudadanía. Hay interés para dejarnos fuera de la ecuación y dejar esto como un pulso entre dos personas, entre el culto a una persona y un delegado de Moncloa, cuando en verdad quien expone un proyecto y propuestas es ERC para que todo vaya avanzando tanto en el horizonte nacional como en el día a día de la gente.

Puigdemont parece estar esforzándose en enfocar de esa manera la cita electoral. De hecho, ni les cita directamente. “O yo, o el gobernador civil”, ha llegado a sintentizar.

Sí. Es pura estrategia. Es fiarlo todo al culto a una persona. Estamos vendo incluso un peregrinaje para presenciar al candidato Puigdemont en los mítines de la Catalunya Nord y mientras hablamos de eso, no lo hacemos de las propuestas que tiene Carles Puigdemont para Catalunya: cómo quiere resolver el conflicto político, cómo va a hacer frente a las necesidades en materia de vivienda, cómo va a resolver los problemas de movilidad con unos Rodalies que son indignos... Hablamos de él, y todo el rato de él, y no de demandas sociales de la gente. Porque, además, cuando se ponen a hablar de propuestas concretas, Puigdemont e Illa tienen recetas muy parecidas, que es defender los intereses de los de siempre. Comparten modelo.

Puigdemont ha descartado ofrecer sus votos para investir a Illa, quien no ha cerrado del todo la puerta a Junts aunque hable de su candidato como una figura de bloqueo. ¿Se lo creen? ¿Dejan ustedes la suya abierta a un tripartito con el PSC?

Siempre se nos ha echado en cara en los últimos años la cuestión del tripartito, pero es poco creíble lo que puedan decir aquellos que se han dedicado los últimos tres años a boicotear el gobierno de Esquerra en la Generalitat. Llevamos seis años en los que ERC apostó por la estrategia negociadora con el Estado, logramos el reconocimiento del conflicto político, la derogación de la sedición, los indultos a los líderes encarcelados, y sin embargo desde Junts fueron muy críticos y ahora se cuelgan las medallas del trabajo que hemos realizado nosotros mientras ellos se dedicaban a echarlo abajo. Y desde el punto de vista del gobierno de la Generalitat no se me ocurre ningún acto más de deslealtad que el hizo Junts per Catalunya saliéndose de aquel Ejecutivo de coalición en un momento trascendente en el que teníamos por delante muchos retos que afrontar. Prefirieron lavarse las manos, subir a la tribuna, comer palomitas y decir que ellos lo harían mejor. Nos dejaron solos atendiendo a las necesidades de la gente en un contexto de sequía que golpeó muy duro a nuestro país. ¿Dónde estaban ellos? La realidad les desmiente lo que están diciendo.

¿Y hay manera de reconducir esa unidad independentista a la que se refiere Puigdemont tras este final tan abrupto de legislatura?

La pregunta que le hacemos a Puigdemont es si para remar a favor de esa unidad investirá al president Pere Aragonès. Esa es la pregunta que hay que hacerle, si está dispuesto a apoyar a nuestro candidato.

Le hago la pregunta a la inversa. Si se diera el caso, ¿investiría Aragonès a Puigdemont?

Sí, lo sé, pero yo se la devuelvo al señor Puigdemont.

Después de una década larga de ‘procés’, las encuestas no vaticinan que esta vez la suma independentista dé. Pero si los números cuadraran, ¿hay abierta alguna vía para el entendimiento?

Las últimas encuestas reflejan que hay aún un tercio de personas que no han decidido el sentido de su voto. Muchas están entre quedarse en casa o votar a Esquerra Republicana, por lo que los resultados que se predicen pueden ser diferentes. Lo que queremos es movilizar a esa gente indecisa para que no tengan que escoger entre esa polarización. Esquerra tiene propuesta de país, un referéndum acordado donde se puede pactar el cuándo, el dónde, la pregunta... Somos garantía de continuar avanzando en el horizonte nacional como lo hemos hecho en materia antirrepresiva. Ahí están todos nuestros logros pese a la negativa inicial del PSOE. Ahí están también los avances en materia social, como la gratuidad entre 0 y 3 años, la limitación de los precios de alquiler, la construcción de vivienda con precios asequibles...

Algún sondeo señala que, para llegar a esa mayoría de 68 escaños, el partido Alianza Catalana, a quien se encuadra en la extrema derecha soberanista, sería necesaria.

Para Esquerra es clarísimo que Alianza Catalana es una línea roja, tanto por activa como por pasiva. Cuando Esquerra habla de la lucha antifascista, habla de la lucha antifascista de verdad, en cualquier caso y con cualquier bandera. No estaremos nunca del lado de aquellos que tratan de generar odio, que buscan dividir a nuestra sociedad, no vamos a ir ni a la vuelta de la esquina.

Con la atmósfera estatal tan contaminada, ¿puede estar en peligro de alguna forma la aplicación de la ley de amnistía, inmersa ahora en toda su tramitación?

El escenario es el que es. Tenemos a la derecha española, a la ultraderecha y al Poder Judicial que van a hacer todo lo posible para boicotearla. Lo hemos visto en el Senado y lo veremos cada día. La represión no ha acabado en nuestro país y somos muy conscientes de que mientras existamos, estaremos perseguidos porque el Estado no va a permitir que sigamos avanzando. Corremos el riesgo de que nos gobierne un delegado de La Moncloa que no está diciendo que pasemos página y que todo está bien. Pues no es así. No estamos en situación de normalidad y los independentistas, desde luego, no vamos a desaparecer.

Hablando de represión y retomando el hilo inicial, parece que Sánchez se ha percatado ahora de que en el Estado español se practica el ‘lawfare’, la guerra sucia judicial.

Llega décadas tarde. Lo hemos sufrido en primera persona. Somos un partido muy represaliado y tenemos un president de la Generalitat que ha tenido intervenido el teléfono más de un año y medio por el propio Estado en plenas negociaciones políticas. La vulneración de su intimidad es brutal y ni sabemos si nos espían los teléfonos. Me gustaría recordar a una persona que sufrió también ataques, aunque no sea de nuestro partido, y lo digo en el ámbito de la sororidad feminista. A Irene Montero fue Pedro Sánchez quien le dejó caer por sus amigos de 50 años que creían que igual las feministas nos estábamos pasando. Sánchez se alió con el PP para frenar la necesaria ley del solo sí es sí que nos ponía a la vanguardia europea.